Al pie del volcán
El nuevo Ecuador ¿Tiene algo de nuevo?
Quizá lo más inteligente en el Ecuador de hoy sí es una
Asamblea Constituyente.
No está demás recordar la vieja discusión que hubo en
la anterior, de 1998. Se auto tituló “constituyente”, pero apenas ni llego
a ser verdaderamente una “comisión constitucional”. No tenía poder ni para
ubicarse un lugar físico y fue a parar fuera de Quito.
Finalmente, tal vez lo mejor que hizo fue irse a
Riobamba, cuna de la primera Constituyente de Ecuador, a promulgar la
reforma y codificación constitucional. Más éxito tuvieron las reformas
constitucionales que se introdujeron durante los ochenta y los noventa, en
una Carta Fundamental suficientemente flexible.
Lo peor de la “comisión constitucional” de 1998: la
inflexibilidad para la reforma, el “candado constitucional”.
Cuando se habla de Consulta popular o se habla de
acudir a los mecanismos constitucionales, se está convocando a otra
“comisión constitucional”. La Asamblea Constituyente es la summa
potestas del Estado, por encima del Congreso y del Ejecutivo.
No obstante, algunos de los grupos que exigen “que se
vayan todos”, exigen un poder superior todavía y virtuoso en extremo. Por
su enfoque ecuménico no han convocado a alguna de las divinidades celestes
para que baje de los cielos a elegir a los nuevos ángeles: unos
magistrados de la Corte Suprema, sin mácula alguna. En cambio, claman
porque venga Koffi Annan a nombrarlos, o por lo menos para impedir que los
educandos ecuatorianos no hagan trampas en la designación. Claro que el
señor Annan también está en problemas para explicar a la comunidad
internacional sobre algunos de los negocios de su hijo.
Quito,
24 de mayo de 2005