2. LECTURAS Y
BIBLIOGRAFÍA --anteriores
Lecturas y escrituras
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Efraín
Pérez
La vi pasar con su
vestido rosa
11 de junio de 2003
… de nuevo el problema de confundir mi vida personal
con mis lecturas. ¿En qué sección deben ir estos comentarios si expreso
sentimientos, pero los relaciono con lecturas que tuve, especialmente de
poesías? Pensé incluirlo en el blog porque no puedo recuperar más que uno
de los versos que evoco: ni siquiera le pregunté como se llamaba a una
mujer que me atrajo fuertemente (después encontré una línea de Rimbaud que
no tiene que ver con la narración pero que utiliza esta palabra en el
verso “Elle était fort deshabillé”), con quien reímos y tuvimos small talk
largos segundos. Recordé que Jay Sicre decía que en Nueva York tienes que
conectar una relación inmediatamente con una chica que te atrae así,
porque de otra manera verosímilmente no la volverás a encontrar. Pero eso
pasa también en Quito.
¿Dónde está la referencia literaria?, pues en todo lo
demás porque ahí termina la historia romántica.
La poesía ecuatoriana era “La vi pasar con su vestido
rosa” –de hecho busqué y encontré los versos de Medardo Ángel Silva, que
dicen:
… pasaste ante mi vista
soberbia, en el decoro de tu vestido rosa;
Pero
hay otra poesía ecuatoriana con el tema de la mujer que pasa, que la
recordé al leer un poema francés con la misma historia, en la cual
evidentemente el ecuatoriano se inspiró –pero tal vez no, puesto que es
una situación tan recurrente que posiblemente resulta arquetípica. No hablo de
plagio porque tradicionalmente en la literatura los temas, especialmente
los arquetípicos y los simbólicos o que reflejan emociones habituales, se
han sucedido en interpretaciones literarias a lo largo de los siglos y el
arte ha consistido en la forma de volverlos a cantar. Era lo que hicieron
los griegos y siguió ocurriendo con los romanos y los poetas y dramaturgos
europeos. La obra cumbre de Góngora, la fábula de Polifemo y Galatea –que
comienza con el más famoso verso de la lengua castellana: “Estas que me
dictó rimas sonoras”, se inspira y sigue cercanamente a Ovidio, que
tampoco fue el inventor de la historia.
Mi abuelo Ismael Pérez Pazmiño, escribió para la tumba
de su mujer, mi abuela Herlinda, el soneto que termina con: “y aun en la
tumba te amarán mis huesos”, que recordé mientras leía uno de los sonetos
clásicos de Quevedo que termina, sobre los huesos también, afirmando:
“polvo serán, pero polvo enamorado”.
La sorprendente conquista de los Incas
Lunes, 5 de Mayo de 2003
Comencé a leer el libro de Hemmings, “The Conquest of
the Incas” (US $ 22,oo Librimundi) –hay una edición en español “La
conquista de los Incas”, creo que del Fondo de Cultura Económica en la
misma librería.
La cosas que se han dicho en nuestro medio, en estos
países del área andina, que recordamos sobre la captura y muerte de
Atahualpa son ciertas en su mayor parte. Están muy bien documentadas y nos
las han comentado muchas veces en la escuela y el colegio, además de
muchos artículos y referencias en libros sobre temas variados. Algunas
otras historias no son tan exactas o son imprecisas, como la figura de
Pizarro, que ya era un hombre mayor cuando llegó a nuestras costas y que
tenía una buena situación política y económica en Panamá. Tampoco era un
hombre de origen tan humilde y en España también tuvo una cierta
posición.
Las historias resaltan que las primeras expediciones a
América trajeron inclusive a presos de las cárceles de España, por lo
menos las de Colón. Pueden haber sido ciertas o no esas historias, pero en
1533, año de la conquista del Perú, ya habían transcurrido cuarenta años
del descubrimiento de América. No resultaba tan fácil llegar a “las
Indias”. Recuérdese que con todos sus servicios militares y su prestigio
literario, Cervantes se apuntó para venir y nunca se pudo embarcar.
***
En estas líneas no siempre me parece tan interesante
lo que estoy leyendo comparado con otras cosas que he leído, sobre lo que
nunca escribí. No voy a comenzar hoy. Sí podría hacer una referencia de
lecturas que me gustaría comentar más adelante. Estoy pensando en el
diario de Kafka. Lo leí durante unos dos o tres años, por lo menos, en la
década de los ochenta. Subrayé con resaltador amarillo las partes que me
interesaron, pero hojeando el libro noté que las marcas habían casi
desaparecido. Para una duración a largo plazo habría que subrayar con
lápiz, tal vez.
A propósito del
ensayo
Un libro puede comenzar de
forma interesante por su precio reducido, por ejemplo US $ 2;
y tratarse de un profesor ecuatoriano en una universidad de Estados Unidos
(Antonio Sacoto. El Ensayo Ecuatoriano. Universidad del Azuay. Cuenca,
1992). Se trata del ensayo ecuatoriano. Resulta atractiva la noción
además, porque estas líneas son una especie de ensayo. Por supuesto que
hay libros que ni regalados tienen lugar en una biblioteca o en una ruma
de libros en el suelo –así están algunos al lado de mi cama. Decir esto
resulta casi un anatema puesto que una de las citas más frecuentes de El
Quijote, es aquel de su prólogo donde Cervantes dice que hasta leía los
papeles que se encontraba en la calle. Tal vez en su época, por cuestión
de precio, había más selección para imprimir; pero hoy … La verdad es que
el libro de este autor tiene un discreto, más bien modesto formato de una
editorial azuaya. Lo comencé a leer y es una satisfacción hojear
comentarios sobre autores diversos, de ideologías hasta contrapuestas, sin
que el objeto sea de denigrar, endiosar o justificar a cualquiera de
ellos. Santos o demonios no.
El otro día me encontré en Guayaquil con Efrén
Avilés y lo felicité por el esfuerzo de su libro de historia, pero le
comenté que mientras siguiera llamando en sus páginas “El locuaz demagogo”
a José María Velasco Ibarra siempre habrían dudas sobre su afán científico
(el corrector de word me cuestiona “habrían” y me propone “habría”, que no
es incorrecto, pero mucho mejor es la opción que yo uso –por lo menos
según la gramática de la Academia y la Sintaxis de Vox).
***
Un enfoque interesante del ensayo ecuatoriano, que he
podido consultar es el del Dr. Carlos Paladines, en un par de libros sobre
el pensamiento ecuatoriano.
***
Los más grandes ecuatorianos de los últimos tres siglos
son escritores: un ensayista, Eugenio Espejo, para el siglo xviii, otro
para el siglo xix, Juan Montalvo y un novelista para el siglo xx, Jorge
Icaza. El criterio que utilizo es el reconocimiento universal, en los
otros países y continentes. Claro que dentro de tal concepto también entra
Vicente Rocafuerte, en el siglo xix. ¿Por qué no reconocer que la única
medalla de oro ecuatoriana del siglo xx en las olimpiadas, ubican a
Jefferson Pérez también entre los grandes del siglo pasado?
***
Salieron artículos sobre Susan Sontag en New York Times
Book Review --esta es otra fuente recurrente de mis notas y lecturas.
Susan Sontag estará en Bogotá en estos días o semanas, decía una noticia
de prensa local de Ecuador. Una de las grandes de la literatura
estadounidense del siglo XX, en los años setenta la conocí porque ella
escribía con otros grandes en Esquire –que en paz descanse, aunque todavía
se publica una revista con el mismo nombre, pero es absolutamente otra
cosa— siendo esos otros escritores: Truman Capote, Norman Mailer, Barth
... Además era –todavía es treinta años más tarde-- una mujer muy
atractiva, cabellos negros, profunda mirada de unos ojos negros.
Bueno, cultivó especialmente el ensayo –estamos
hablando del ensayo; pero dice que abandona este género: “Los ensayos eran
una lucha tremenda”. Cada uno de los escritos más largos tomaba de nueve
meses a un año. Tenía miles de páginas para un ensayo de treinta páginas
y treinta o cuarenta borradores por cada página. Su obra ‘Sobre la
fotografía’ que se compone de seis ensayos, llevó cinco años, trabajando
cada día”.
***
No leí que la prensa estadounidense –en verdad
solamente leía The New York Times— se refiera a la “columna infernal” para
la entrada del ejército de los Estados Unidos en Bagdad. No es un
apelativo hiperbólico. Tal como descrita por el Nouvel Observateur de
París, “el principio es simple pero terrorífico. Tómese treinta tanques
Abrams, que pesan setenta toneladas cada uno, blindados como bunkers y
armados como fortalezas; añádanse algunos helicópteros cobra durante el
día y Apaches en la noche, que ven, atacan y matan todo lo que se mueve”.
Detrás tanques Bradley y vehículos artillados. ¿Quién se podría resistir?
Así entró el ejército estadounidense por las avenidas de Bagdad.
Lecturas y escrituras
26 de abril de 2003
El primer artículo de estas lecturas lo redacté en
inglés. En algún momento estos artículos estarán redactados todos en
inglés, con su versión paralela en español. Por alguna razón ese artículo
permaneció escrito en inglés sin su correspondiente borrador castellano.
Se trataba de la sección del New York Times: “qué estaba pensando en ese
momento”, que se preguntaba a diversos personajes, sobre fotos de ellos de
años atrás. ¡Qué memoria!, yo pensaba, cuando leía las respuestas. Voy a
poner algunas fotos mías de pasaportes en estos borradores. No recuerdo
nada de lo que pensaba cuando me las tomaron, ni siquiera sé si estaba
pensando en ese momento. A veces uno sale retratado con caras tan raras
tratando de aparecer por lo menos normal o mejor algún exhibir un rostro
optimista o incluso visionario, que refleje algo ... Nunca son exitosas
tales actitudes. Haría trampa si exhibiera esas fotos de pasaporte, porque
las fotos del feature del NYT son instantáneas de la vida de la persona.
Será más fácil o más difícil acordarse de ese momento.
Después comenté una serie del diario El Universo, de
Guayaquil, que pregunta: ¿Cuál es el mejor libro que ha leído? Noté que
nadie mencionaba un libro, sino varios generalmente; y tiene sentido,
porque a lo largo de la vida son diferentes lecturas las que nos
impresionan más. Hice la lista de mis libros y después de una semana,
releyéndola, me di cuenta que no había escrito “El Quijote”. Lo leí un par
de veces y planeo volverlo a leer por lo menos otra vez. Pero no estaba en
la lista; no iba a hacer trampa en ese momento. Pero si debo añadir, en
cambio: “Los comentarios a la primera década de Tito Livio” de Maquiavelo.
Tal vez es el mejor libro que leí. Recordé algún otro autor además, pero
lo volví a olvidar.
***
Foucault . Creo que sí enumeré
su nombre. Quizá sea demasiado pronto para decidir. A veces es tan
brillante que me pregunto ¿Qué significa esto? ¿Son juegos mentales o de
verdad está expresando profundamente un concepto? o, más aún, una
realidad? Por lo menos está desarrollando un epistema, como él lo define:
otra forma de ver las mismas cosas. Después de “Les mots et les choses”
(Las palabras y las cosas) leí “Surveiller et punir” (vigilar y castigar)
–brillante. Igual de impresionante su “Histoire de la folie a l’epoque
classique” (Historia de la locura en la época clásica). Casi terminé de
leer el primer tomo de su “Histoire de la sexualité” –“La volonté de
savoir” (La voluntad de saber) que realmente trata sobre el “poder” o más
exactamente desde la perspectiva de los “poderes”.
Pero en estas semanas y seguramente por algunos meses,
estaré leyendo líneas, párrafos y, a veces, páginas de las 2000 páginas
más de “Dits et ecrits” (Dichos y escritos), colección de artículos y
entrevistas de Foucault, desde dos o tres páginas hasta cuarenta cada
artículo, pero nada más largo. Me sigue impresionando. Foucault y algún
otro son los únicos pensadores franceses contemporáneos que cita Habermas
en “Facticidad y Validez”, obra cumbre de la filosofía del derecho de los
finales del siglo xx.
***
“Stupid cupid” es un título de novela que hubiera
querido imaginar y publicar; aunque no suena tan bien en español: estúpido
cupido, a menos que los escriba “estupido cupido” o “estúpido cúpido”.
¿por qué no? Son licencias permitidas al poeta. La he visto varias veces
en una librería, sin haberla abierto siquiera. No voy a comprar este libro
ni pienso que nunca lo voy a leer, pero despierta la fantasía de una
novela ingeniosa, romántica light. Todavía tendría que escribir una
novela, de cualquier clase.
Sin duda que las grandes novelas románticas no son para
nada ligeras, sino más o menos trágicas, por lo menos en las versiones
clásicas como por ejemplo “La Dama de las Camelias” o “Ana Karenina”.